Volvemos a una rutina tranquila, espero. En esta ocasión, el uso del antibiótico no me provocó tantas nuevas lesiones como en otras ocasiones. Aguanté la crisis con una dosis de 10 mg de prednisona, en lugar de 15. Si aguanté en la adversidad, espero sostenerme en el tiempo cotidiano.
Volviendo al libro de "El sentido de la enfermedad" de Jean Shinoda Bolen, ella plantea algunas preguntas importantes:
- ¿Quién comparte tu dolor?
- ¿A quién le afecta de verdad la posibilidad de que no regreses, de que no recuperes la salud?
- ¿A los amigos, los allegados, el cónyuge?
- ¿A quién le importa realmente?
Como he comentado, casi nunca converso sobre mi enfermedad, a menos que sea inevitable y necesite justificar ausencias o aparentes irresponsabilidades. Sin embargo, hablo mucho con mi cuidadora, con mi hijo. Hay algunas amigas con las que comparto de vez en cuando.
Pero, en general, me he dado cuenta que la gente no quiere escuchar tus miserias. A veces, no encuentras comprensión ni en tus amigas más íntimas, a menos claro, que vomites sobre ellas o te quedes completamente dormida cuando las escuchas, jajajaj.
Cuando te planteas las preguntas del libro y lo tomas en serio, el círculo íntimo con quien compartir se reduce sensiblemente. Y no por ser más pequeño es menos significativo.
También hay maravillosas sorpresas: la peor crisis del 2013 me devolvió la relación con una de mis primas y al volver a reunirnos afectivamente, hemos encontrado nuevos temas en torno a los cuales construir lazos.
Puedo construir un círculo más significativo y eso refuerza la esperanza.