lunes, 29 de junio de 2015

Toda la arena del desierto del Sahara en los ojos

El lunes 22 de junio comencé con las molestias usuales del pénfigo en los párpados. Me armé de paciencia. 

Al otro día, salió anunciado en las noticias que una ola de arena del Sahara había logrado llegar hasta Guatemala. Gran sorpresa. De esas sorpresas que nos tiene destinado el cambio climático. Solicitaban tener cuidados especiales con niños y ancianos. Y con personas inmunosuprimidas, como yo, añadiría. 

Martes: hubo cita con la homeópata, pero los ojos no mejoraban, por el contrario, empeoraban. 

Miércoles: con nubes blancas apareciendo en el ojo izquierdo, fue necesario hacer cita con el oftalmólogo.  

Las buenas noticias: de lejos, veo de más; a pesar del uso prolongado de esteroides, la presión de los ojos es de "niña", según el especialista; la graduación de lentes para leer aumentó solo .25. ¡Hurra, hurra!

Gotas para los ojos y pomada tópica con esteroides en los párpados para salir de la crisis. 

Ya veo claramente y puedo decir que tuve toda la arena del Sahara en los ojos. ;)

jueves, 11 de junio de 2015

Un nuevo comienzo: la imperfección trae consigo cierta belleza

Hoy cumplí 47 años. Llevo tres años intentando que el pénfigo seborreico entre en remisión. 

Me siento muy agradecida por estar viva, he luchado mucho por mantenerme viva. Los cambios que he experimentado, en todos los sentidos, son más positivos que negativos. 

Algunas veces me he preguntado qué sentido tiene experimentar tanto dolor. Creo que ahora entiendo mejor el dolor de otras personas. Por lo menos, eso. Una mayor capacidad para conmoverme ante el sufrimiento ajeno. He aprendido que debo tratarme a mí misma con compasión, que todo empieza por mí. Dejar de latiguearme por tantas y tan insulsas cosas. 

He aprendido a valorar mi tiempo. He aprendido a valorar el acompañamiento que doy a otras personas. He aprendido a priorizar tomando en cuenta lo que deseo en la vida. He aprendido que la imperfección trae consigo cierta belleza. 

He recibido mucho amor incondicional. En el camino también se han quedado muchas personas y situaciones, espejismos que ya no cabían en el nuevo esquema de vida. Pero las pérdidas, no siempre son para siempre. Algunas veces solamente merecen un nuevo enfoque abordado con cierta tranquilidad y calma; sin culpa, ni golpes de pecho. 

Sigo teniéndole miedo al dolor, a no poder soportarlo y a una larga agonía. Supongo que esa es la última frontera por conquistar. No me preocupa el punto de llegada, pero sí el dolor para llegar allí. Sin embargo, hemos tenido varios rounds para experimentar y no ha habido nada que no se haya podido enfrentar, superar, para luego seguir adelante. 

Hoy me siento muy agradecida. Porque respiro, porque siento, porque puedo disfrutar. Porque aún tengo fuerzas y amor. 

Gracias. Muchas gracias. Infinitamente agradecida, hoy.